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Gaceta de Madrid 28 de abril de 1931 |
Adoptando como Bandera nacional para todos los fines oficiales
de representación del Estado, dentro y fuera del territorio
español, y en todos los servicios públicos, así
civiles como militares, la bandera tricolor que se describe. El alzamiento nacional contra la tiranía, victorioso desde el 14 de abril, ha enarbolado una enseña investida por el sentir del pueblo con la doble representación de una esperanza de libertad y de su triunfo irrevocable. Durante más de medio siglo la enseña tricolor ha designado la idea de la emancipación española mediante la República. En pocas horas, el pueblo libre, que al tomar las riendas de su propio gobierno proclamaba pacíficamente el nuevo régimen, izó por todo el territorio aquella bandera, manifestando con este acto simbólico su advenimiento al ejercicio de la soberanía. Una era comienza en la vida española. Es justo, es necesario, que otros emblemas declaren y publiquen perpetuamente a nuestros ojos la renovación del Estado. El Gobierno provisional acoge la espontánea demostración de la voluntad popular, que ya no es deseo, sino hecho consumado, y la sanciona. En todos los edificios públicos ondea la bandera tricolor. La han saludado las fuerzas de mar y tierra de la República; ha recibido de ellas los honores pertenecientes al jirón de la Patria. Reconociéndola hoy el Gobierno, por modo oficial, como emblema de España, signo de la presencia del Estado y alegoría del Poder público, la bandera tricolor ya no denota la esperanza de un partido, sino el derecho instaurado para todos los ciudadanos, así como la República ha dejado de ser un programa, un propósito, una conjura contra el opresor, para convertirse en la institución jurídica fundamental de los españoles. La República
cobija a todos. También la bandera, que significa paz,
colaboración de los ciudadanos bajo el imperio de justas
leyes. Significa más aún: el hecho, nuevo en la
Historia de España, de que la acción del Estado
no tenga otro móvil que el interés del país,
ni otra norma que el respeto a la conciencia, a la libertad y
al trabajo. Hoy se pliega la bandera adoptada como nacional a
mediados del siglo XIX. De ella se conservan los dos colores
y se le añade un tercero, que la tradición admite
por insignia de una región ilustre, nervio de la nacionalidad,
con lo que el emblema de la República, así formado,
resume más acertadamente la armonía de una gran
España. En las banderas y estandartes de los Cuerpos se pondrá
una inscripción que corresponderá a la unidad,
Regimiento o Batallón a que pertenezca, el Arma o Cuerpo,
el nombre, si lo tuviera, y el número. Esta inscripción,
bordada en letras negras de las dimensiones usuales, irá
colocada en forma circular alrededor del escudo y distará
de él la cuarta parte del ancho de las bandas de la bandera,
situándose en la parte superior y en forma que el punto
medio del arco se halle en la prolongación del diámetro
vertical del escudo.
Las astas de las banderas serán de las mismas formas y
dimensiones que las actuales, así como sus moharras y
regatones, aunque sin otros emblemas o dibujos que los del Arma,
Cuerpo o Instituto de la unidad que lo ostente, y el número
de dicha unidad. En las banderas podrán ostentarse las
corbatas ganadas por la unidad en acciones de guerra. |