Miles de españoles se
echaban a la calle, hace
hoy 75 años, para saludar
la llegada de un nuevo
régimen político. Esa
reacción popular es, en
opinión del catedrático de
Historia Contemporánea de
la Universidad de Oviedo
David Ruiz, uno de los
rasgos más positivos de
los acontecimientos de
hace tres cuartos de
siglo. El historiador
resalta, además, que aquel
estado de ánimo de la
población no se repitió
con la llegada de la
actual monarquía
constitucional: «La II
República llegó a España
con mucha más alegría que
la Transición. El ánimo de
la gente era muy otro, se
había salido de una
dictadura que fue en
realidad una 'dictablanda'
y la gente quería superar
aquel sistema», explica.
En cambio, la Transición
democrática que tuvo lugar
45 años después «llegó
llena de incertidumbre» y
ante las primeras
elecciones celebradas, que
no fueron municipales como
en 1931, sino generales,
los españoles estaban
«esperanzados, pero había
inquietud, pues habían
pasado 40 años de
dictadura. Y Franco no era
Primo», recuerda Ruiz, que
destaca que los comicios
de 1977 se convocaron
«bajo una monarquía
educada bajo el
franquismo». «Era el mal
menor para quienes podían
recordar la República
-reflexiona-: libertades a
cambio de aceptar la
monarquía».
Aunque estima que la
Corona encarnada en Juan
Carlos I «acabará
validándose en el 23-F
como un régimen compatible
con las libertades», cree
también que no se logró
«la igualdad total de los
españoles sin exclusiones.
Hay una exclusión, pero se
ha aceptado a cambio de
las libertades».
En ninguno de los dos
momentos históricos hubo
un referéndum para
consultar a la población
sobre la forma de Estado
que quería para su país,
pero en 1931 sí se
celebraron unas elecciones
locales, tras las que,
relata el catedrático de
la Universidad de Oviedo,
«la República llegó, sobre
todo, porque el voto
urbano hacia ella fue casi
masivo, y ése es el que
contó». En los
ayuntamientos empezaron a
colgarse las banderas
republicanas y se produjo
«un cambio totalmente
pacífico, sin ningún
altercado, sin ninguna
víctima, y por eso fue
celebrado».
¿Cuáles fueron las razones
que llevaron a los
españoles a desear y
celebrar ese cambio? En
opinión de David Ruiz,
«predominó el factor
político», pero también
hubo causas sociales y
económicas, porque «detrás
estaban décadas, incluso
siglos, de atraso y de
crecientes demandas de
cambios sociales». En ese
contexto, «la monarquía se
identificó, primero, con
el atraso y, luego, con el
conservadurismo. No fue
capaz de modernizarse y,
sobre todo desde que
necesitó un golpe de
Estado para sobrevivir, su
descrédito se difundió de
forma masiva» en «una
España que se urbanizaba
cada vez más y en la que
crecía el número de
hombres libres y más
informados».
Así, llegó el cambio
político y la ciudadanía,
según David Ruiz,
«esperaba que detrás
viniera el cambio social y
el fin de los privilegios,
empezando por el monarca y
continuando por los
terratenientes». «Había un
millón de campesinos sin
tierra -continúa- que
creyeron que llegaba un
régimen suyo, el régimen
del pueblo», mientras que
también destacados
intelectuales de la época
«creyeron que se abría un
mundo nuevo». Se
generaron, de este modo,
«expectativas que nunca
antes se habían generado»
y que el catedrático de
Historia Contemporánea
califica de «el sueño
republicano, casi la
utopía».
Contexto problemático
Ese sueño se
mantuvo, según Ruiz,
durante el primer bienio
de la II República.
Después llegó el triunfo
de la derecha en las
elecciones de 1933, tras
las que llegó al poder un
republicano, el radical
Lerroux, pero con un
importantísimo papel de la
CEDA, una formación
monárquica. Y «también
hubo gente de la izquierda
que no apoyó la República,
como la CNT y un sector de
los socialistas, que la
consideraban una República
burguesa y consideraban
que con la burguesía
republicana no era posible
llegar a acuerdos».
El catedrático de la
Universidad de Oviedo
considera, por ello, que
la II República «nació en
un contexto problemático
y, si a eso sumamos la
crisis económica iniciada
en 1929 y que el fascismo
estaba instalado en Italia
y creciendo en Alemania,
se cierra el círculo sobre
la suerte del régimen».
Un régimen cuyos valores
defienden hoy colectivos
«cada vez más numerosos»,
aprecia Ruiz, que destaca
que «con el paso del
tiempo, el recuerdo de
aquella República no se
desvanece» y «para muchos
es una meta a la que hay
que llegar, aunque con
sosiego, porque al fin y
al cabo hay un régimen de
libertades».