RAFAEL TORRES
Todos los años son el año de algo, pero hay
algunos, como el pasado y como éste, que conmemoran en números más o
menos redondos sucesos de origen español que, sobre la trascendencia que
tuvieron para nosotros, conmocionaron al mundo. Es el caso de la
publicación de «El Quijote», cuyo 400.º aniversario se celebró en 2005
con gran aparato de cuchipandas y «performances» y, lamentablemente,
escasa cosecha de nuevos lectores de don Miguel de Cervantes, y lo es
ahora también, en este 2006 que ensaya torpe sus primeros pasos, el
advenimiento de la II República española, que llegó jubilar y pacífica,
democrática y moderna, aclamada y esperanzadora, hace 75 años.
La importancia del suceso, pese a lo efímero de su existencia, pese al
golpe brutal y mortal que le asestaron los partidarios del atajo
violento y de la dialéctica de las pistolas cuando apenas había cumplido
cinco años de vida, se aprecia hoy en toda su magnitud en el recuerdo
afectivo y vivo que le guardan generaciones de españoles que no llegaron
a conocer a la República «en persona», pero sí a través de sus mayores y
del testimonio que de ella, de sus conquistas y de sus ideales, nos
legaron sus protagonistas y que hoy, derruido el muro censor de miedo,
mentira y silencio, recuperamos para reconstruir y restaurar aquello que
es más indispensable para una nación que se quiere orgullosa y
civilizada: la memoria. Pero, dueños los españoles de nuevo de la verdad
histórica de cuanto sucedió en la guerra, conscientes de qué intereses
espurios y qué sujetos infames la trajeron, sabedores de los espantos de
la tiranía franquista y de la realidad de hambre, violencia y opresión
de su régimen ominoso e interminable, hora es de recuperar el
conocimiento de lo que significó la II República, asesinada por la
guerra desigual que le hicieron precisamente.
Dieciséis mil colegios construidos en cinco años, salarios dignos,
alquileres justos, libertad, ciudadanía, progreso, imperio de la ley,
honestidad política, ciencia, cultura, dinamismo, proyecto nacional...
tales son algunas de las cosas que ojalá, aprovechando este aniversario,
se divulguen y se sepan para vencer definitivamente la ignorancia, el
tabú y el olvido.
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