EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza


Jueves 13 de Abril de 2006

El Ateneo afirma que el progreso lleva a España a la III República, «el único gobierno de iguales»

El presidente del foro asegura que Oviedo es «lo contrario de la libertad y el progreso; mucha limpieza, pero reina el desorden del poder absoluto»

La República como futuro, como culminación de la democracia o como meta de la transición. Así la describieron ayer, para conmemorar el 75.º aniversario de la declaración de la II República, el escritor Luis Arias, el ex ministro republicano en el exilio Macrino Suárez y el presidente del Ateneo Republicano de Asturias, Francisco Prendes. Este último aseguró que Oviedo es lo contrario de la libertad y el progreso: «Mucha limpieza, pero en la ciudad reina el desorden del poder absoluto».

Oviedo, N. M. DEL CAMPO

El presidente del Ateneo Republicano de Asturias, el abogado y activista del PSP (Partido Socialista Popular) Francisco Prendes, tiene claro que el progreso conducirá a España a la que sería la III República: «La juventud ya no comulga con sus Altezas y Sus Majestades; quiere futuro y esta sociedad no puede tener otro camino que el de la República».

Prendes realizó esta afirmación ayer en el transcurso de una charla-coloquio organizada por el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA en colaboración con el Ateneo en la que también participaron el profesor, escritor y colaborador de este diario Luis Arias Argüelles-Meres, y el que fuera ministro de Economía de la II República en el exilio, quien representa el único testimonio vivo de aquel Gobierno, Macrino Suárez.

Luis Arias abrió el turno de exposiciones haciendo un repaso sobre literatura y republicanismo, que inició en la I República, a través de dos obras literarias: «La Tribuna», de Emilia Pardo Bazán, y el «Episodio nacional» sobre el período de Benito Pérez Galdós. Explicó que «La Tribuna» era el sobrenombre de una cigarrera gallega que vendía periódicos y daba las correspondientes consignas con los ideales de lo que sería el germen de la II República: «la separación de Iglesia y Estado, la estructuración federal de los territorios y la justicia social con afán pedagógico», resumió el escritor.

Arias destacó la obra «Ruedo ibérico», de Valle-Inclán, como reflejo de la España «decadente y realmente surrealista previa al manifiesto de Breton» y aseguró que la ingenuidad de la izquierda española «adquirió gran madurez con la generación de 1914, de Ortega y novecentista».

Tras repasar lo que definió como la «novela de colegio» de Manuel Azaña y Ramón Pérez de Ayala, que mostraba el «afán pedagógico» y desdeñaba los postulados básicos de la educación, citó la «Velada en Benicarló», del llamado teatro de ideas, en la que un personaje expone que «el gran drama es que los hijos de los volterianos estudian con los Jesuitas» como justificación de una República ya casi derrotada.

Arias realizó dos reflexiones finales con el «Quijote» de fondo. La primera, que -citó a Azorín- la obra de Cervantes «reinventó la modernidad» y, en contraposición con los personajes apáticos y abúlicos habituales, «plasmaba la utopía del 14 de abril del 31», día de proclamación de la II República. Como segunda reflexión, argumentó que, aunque la República que se inició en 1931 perdió la guerra contra el franquismo, se puede perder y ser bueno, como el hidalgo manchego, «un héroe de la modernidad». «Por haber fracasado la República no es oprobiosa, ni Franco es bueno por ganar. De ser así, tendríamos que rechazar también al Quijote y nuestra literatura», afirmó.

Macrino Suárez tomó el relevo dialéctico para poner la República como meta de la transición democrática. Afirmó que la democracia monárquica «no ha resuelto problemas tan graves como la configuración territorial del Estado o su organización en comunidades autónomas, tarada desde el principio por un café para todos y el privilegio económico de dos regiones». Criticó a los partidos por instaurar la «partitocracia», aseguró que el Rey «traicionó a su padre y a los principios de Movimiento que juró solemnemente defender» y propugnó una República «de todos y para todos los españoles en la que incluso tendrán cabida los partidos monárquicos y no ha de ser monopolio de un solo partido republicano».

Antes había criticado a Zapatero por afirmar que se están cumpliendo los valores esenciales de la República y lo acusó de reírse de los españoles y los republicanos para intentar ganar parcelas progresistas. Macrino Suárez considera fundamental para la consolidación de la democracia adoptar los valores republicanos de la libertad, la igualdad y la fraternidad, adaptados a la actualidad.

Prendes Quirós cerró las intervenciones con un discurso idealista y que defendió con vehemencia mitinera. Recordó el nombre de los 24 concejales que formaron el primer gobierno municipal republicano de Oviedo de 1931 y aseguró que la ciudad es hoy «lo contrario del progreso, la libertad, la igualdad y la fraternidad; muchas fuentes y limpieza, pero reina el desorden del poder absoluto». Rechazó el arrinconamiento de la bandera tricolor y aseguró que el ideal republicano «vuelve a ver la luz, aunque haya que pagar el recibo a la hidroeléctrica portuguesa». Para terminar, rompió una lanza en favor de los jóvenes: «Están descorazonados con sus padres y abuelos, rechazan los bailes cortesanos de Madrid y sólo les damos "botellón" y ni siquiera les damos trabajo. Hay que recoger a la juventud de la calle, donde la dejamos, y ofrecerle futuro».
 

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