El Ateneo
afirma que el progreso lleva a España a la III República, «el
único gobierno de iguales» |
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El presidente del foro asegura que Oviedo
es «lo contrario de la libertad y el progreso; mucha limpieza,
pero reina el desorden del poder absoluto»
La República como futuro, como
culminación de la democracia o como meta de la transición. Así la
describieron ayer, para conmemorar el 75.º aniversario de la
declaración de la II República, el escritor Luis Arias, el ex
ministro republicano en el exilio Macrino Suárez y el presidente
del Ateneo Republicano de Asturias, Francisco Prendes. Este último
aseguró que Oviedo es lo contrario de la libertad y el progreso:
«Mucha limpieza, pero en la ciudad reina el desorden del poder
absoluto».
Oviedo, N. M. DEL CAMPO
El presidente del Ateneo Republicano de Asturias, el abogado y
activista del PSP (Partido Socialista Popular) Francisco Prendes,
tiene claro que el progreso conducirá a España a la que sería la
III República: «La juventud ya no comulga con sus Altezas y Sus
Majestades; quiere futuro y esta sociedad no puede tener otro
camino que el de la República».
Prendes realizó esta afirmación ayer en el transcurso de una
charla-coloquio organizada por el Club Prensa Asturiana de LA
NUEVA ESPAÑA en colaboración con el Ateneo en la que también
participaron el profesor, escritor y colaborador de este diario
Luis Arias Argüelles-Meres, y el que fuera ministro de Economía de
la II República en el exilio, quien representa el único testimonio
vivo de aquel Gobierno, Macrino Suárez.
Luis Arias abrió el turno de exposiciones haciendo un repaso sobre
literatura y republicanismo, que inició en la I República, a
través de dos obras literarias: «La Tribuna», de Emilia Pardo
Bazán, y el «Episodio nacional» sobre el período de Benito Pérez
Galdós. Explicó que «La Tribuna» era el sobrenombre de una
cigarrera gallega que vendía periódicos y daba las
correspondientes consignas con los ideales de lo que sería el
germen de la II República: «la separación de Iglesia y Estado, la
estructuración federal de los territorios y la justicia social con
afán pedagógico», resumió el escritor.
Arias destacó la obra «Ruedo ibérico», de Valle-Inclán, como
reflejo de la España «decadente y realmente surrealista previa al
manifiesto de Breton» y aseguró que la ingenuidad de la izquierda
española «adquirió gran madurez con la generación de 1914, de
Ortega y novecentista».
Tras repasar lo que definió como la «novela de colegio» de Manuel
Azaña y Ramón Pérez de Ayala, que mostraba el «afán pedagógico» y
desdeñaba los postulados básicos de la educación, citó la «Velada
en Benicarló», del llamado teatro de ideas, en la que un personaje
expone que «el gran drama es que los hijos de los volterianos
estudian con los Jesuitas» como justificación de una República ya
casi derrotada.
Arias realizó dos reflexiones finales con el «Quijote» de fondo.
La primera, que -citó a Azorín- la obra de Cervantes «reinventó la
modernidad» y, en contraposición con los personajes apáticos y
abúlicos habituales, «plasmaba la utopía del 14 de abril del 31»,
día de proclamación de la II República. Como segunda reflexión,
argumentó que, aunque la República que se inició en 1931 perdió la
guerra contra el franquismo, se puede perder y ser bueno, como el
hidalgo manchego, «un héroe de la modernidad». «Por haber
fracasado la República no es oprobiosa, ni Franco es bueno por
ganar. De ser así, tendríamos que rechazar también al Quijote y
nuestra literatura», afirmó.
Macrino Suárez tomó el relevo dialéctico para poner la República
como meta de la transición democrática. Afirmó que la democracia
monárquica «no ha resuelto problemas tan graves como la
configuración territorial del Estado o su organización en
comunidades autónomas, tarada desde el principio por un café para
todos y el privilegio económico de dos regiones». Criticó a los
partidos por instaurar la «partitocracia», aseguró que el Rey
«traicionó a su padre y a los principios de Movimiento que juró
solemnemente defender» y propugnó una República «de todos y para
todos los españoles en la que incluso tendrán cabida los partidos
monárquicos y no ha de ser monopolio de un solo partido
republicano».
Antes había criticado a Zapatero por afirmar que se están
cumpliendo los valores esenciales de la República y lo acusó de
reírse de los españoles y los republicanos para intentar ganar
parcelas progresistas. Macrino Suárez considera fundamental para
la consolidación de la democracia adoptar los valores republicanos
de la libertad, la igualdad y la fraternidad, adaptados a la
actualidad.
Prendes Quirós cerró las intervenciones con un discurso idealista
y que defendió con vehemencia mitinera. Recordó el nombre de los
24 concejales que formaron el primer gobierno municipal
republicano de Oviedo de 1931 y aseguró que la ciudad es hoy «lo
contrario del progreso, la libertad, la igualdad y la fraternidad;
muchas fuentes y limpieza, pero reina el desorden del poder
absoluto». Rechazó el arrinconamiento de la bandera tricolor y
aseguró que el ideal republicano «vuelve a ver la luz, aunque haya
que pagar el recibo a la hidroeléctrica portuguesa». Para
terminar, rompió una lanza en favor de los jóvenes: «Están
descorazonados con sus padres y abuelos, rechazan los bailes
cortesanos de Madrid y sólo les damos "botellón" y ni siquiera les
damos trabajo. Hay que recoger a la juventud de la calle, donde la
dejamos, y ofrecerle futuro».
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PRENSA 2006
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