EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza


Viernes 14 de Abril de 2006

 SOCIEDAD Y CULTURA
La República será posible
FRANCISCO PRENDES QUIRÓS

Ni es secreto a voces, ni sueño imposible. El ideal republicano se extiende pacíficamente por todo el país. La juventud, que es tricolor, lo tiene asumido.

Ideal republicano de igualdad, sin privilegio alguno. Los ciudadanos y, por supuesto, las ciudadanas, nacemos libres e iguales, sea en el Hospital de Cabueñes, sea en el de Jove o en el Ritz de los hospitales madrileños, donde «alumbra» la realeza. Ni apellidarse González, Rouco, Aznar, Ortiz o Borbón puede suponer diferencia o preferencia. Lo dice taxativamente el artículo 14 de nuestra vigente Constitución, «Los españoles son iguales ante la Ley»; en su nombre, y con su texto, es preciso proclamarse republicano.

Las magistraturas del país sólo tienen un camino de acceso: el que pasa por las urnas. Lo dice el principio democrático, que sólo quiebra en las Monarquías, reliquias del tiempo pasado como lo son los tules, los armiños, las reverencias, los capelos, las hoces y los martillos, el yugo con las flechas..., el señor Bono.

Pero, además de todo esto, decir República es decir libertad, participación, primacía de la soberanía civil y laica del Estado, respeto en la convivencia, exigencia de sentido ético, «incluso» en las opas y en las relaciones económicas y sociales, «pureza» u honradez en la conducta pública.

La República llama a la educación, a la cultura, a la participación del ciudadano «bien informado» en todos los estadios y niveles de la vida pública. Es un ideal. Es la perfección, el deseo de una edad dorada de «transparencia e integridad» que nunca ha existido, pero es necesario sostener esa aspiración y lanzarla al futuro; nos dará las fuerzas necesarias para recorrer el camino que ha de conducir a la sociedad al equilibrio de libertad, igualdad y fraternidad a que desde «las luces» aspiramos.

República hay, y hubo, de mil tipos. Parlamentarias, presidencialistas, comunistas, fascistas, hasta constitucional piden algunosÉ Hacer República es navegar por el mar de las libertades democráticas entre escilas comunistas y caribdis fascistas, con todos sus matices y apellidos, que algunas «arcas» quedaron vacías y quieren nutrirse de «futuro». República para navegar y llegar a puerto; para aspirar a alcanzar la meta donde el ciudadano se realiza. En definitiva, vivir asumiendo los riesgos del progreso y de la libertad.

Tenemos la suerte de no tener aún República y poder aspirar a ella, que los que ya la tienen y viven la vida pública en el sopor de la «comodidad» y la indiferencia de lo cotidiano carecen de metas, como no sea la meta individualista del «neoliberalismo», esclavo de la ganancia y del mercado.

La República «berlusconiana», por citar una monstruosidad, es la anti-república. La partitocracia, por citar otra deformación de participación política, es antirrepublicana. La moral del cemento, por maldecirla, es la negación de la virtud republicana. La escuela confesional puede ser, que no lo es, «Vivero» de católicos preocupados de su propia «salvación», pero no lo es de ciudadanos; la escuela laica y pública será la semilla de la que ha de «salir» el ciudadano nuevo, libre, igualitario, participativo y crítico.

La República, cuando no se tiene, es futuro y esperanza. Cada cierto tiempo, los pueblos tienen el derecho, y la necesidad, de soñar su futuro y acariciar la esperanza de la edad dorada. Los españoles estamos, por tercera vez, en el umbral de ese momento mágico en el que la Monarquía se pone, y la República de los ciudadanos libres e iguales, que no la de las «revoluciones», amanece.

Francisco Prendes es abogado.
 

 

Prensa 2006
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