EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza


Sábado 26 de Agosto de 2006

Se identifican con el franquismo
PEDRO CALVO

Aunque parezca mentira, la retirada de símbolos franquistas y de la dictadura sigue generando polémica. Ahora, con la retirada de la famosa estatua ecuestre del dictador Franco de la Academia General Militar de Zaragoza. Bueno, lo primero que habría que preguntarse, como único motivo racional de polémica, sería por qué se ha tardado tantísimos años en tomar esa decisión y por qué siguen en pie todavía otros muchos símbolos por el estilo, incluso dentro de la jurisdicción directa del Gobierno de la nación, no digamos de las autonomías y municipios. Todo ello es inexplicable en una democracia, como es inexplicable que el principal partido de la oposición y uno de los dos grandes partidos de España se siga comportando asilvestradamente en semejante materia. Hasta el punto de que han acusado al Gobierno de querer contentar a los extremistas de izquierda y de haber perdido la centralidad. Cualquiera de las dos acusaciones no puede ser más ridícula, en su vana pretensión de disimular el fondo de la disconformidad.

Ese fondo no es otro que la identificación subsistente de muchos sectores del PP con el franquismo y con la dictadura, a los que los actuales dirigentes quieren contentar -éstos sí- y algunos de ellos contentarse a sí mismos. Es otra vez el asunto de la ley de la Memoria Histórica, rechazada por el PP con argumentos que producen risa y lágrimas. El Gobierno de Zapatero, con sus excesos de talante, retira de esa ley la recomendación a ayuntamientos y otras instituciones de suprimir los símbolos de la dictadura y la rebelión fascista de la faz de España. La ley queda descafeinada y, además, el PP no la va a aceptar de todos modos. El Gobierno, si es así, debería volver al primitivo texto, pues además se está ganando rechazos desde la izquierda por andarse con complacencias que no sirven para nada. Una ley del Parlamento tendría que obligar, no recomendar, a la retirada de absolutamente todos los símbolos, estatuas, nombres de calles, etcétera, que ensalcen la dictadura y a sus protagonistas. Y dejarnos ya de estupideces.