Se identifican con el
franquismo
PEDRO CALVO
Aunque parezca mentira, la retirada de
símbolos franquistas y de la dictadura sigue generando
polémica. Ahora, con la retirada de la famosa estatua ecuestre
del dictador Franco de la Academia General Militar de
Zaragoza. Bueno, lo primero que habría que preguntarse, como
único motivo racional de polémica, sería por qué se ha tardado
tantísimos años en tomar esa decisión y por qué siguen en pie
todavía otros muchos símbolos por el estilo, incluso dentro de
la jurisdicción directa del Gobierno de la nación, no digamos
de las autonomías y municipios. Todo ello es inexplicable en
una democracia, como es inexplicable que el principal partido
de la oposición y uno de los dos grandes partidos de España se
siga comportando asilvestradamente en semejante materia. Hasta
el punto de que han acusado al Gobierno de querer contentar a
los extremistas de izquierda y de haber perdido la
centralidad. Cualquiera de las dos acusaciones no puede ser
más ridícula, en su vana pretensión de disimular el fondo de
la disconformidad.
Ese fondo no es otro que la identificación subsistente de
muchos sectores del PP con el franquismo y con la dictadura, a
los que los actuales dirigentes quieren contentar -éstos sí- y
algunos de ellos contentarse a sí mismos. Es otra vez el
asunto de la ley de la Memoria Histórica, rechazada por el PP
con argumentos que producen risa y lágrimas. El Gobierno de
Zapatero, con sus excesos de talante, retira de esa ley la
recomendación a ayuntamientos y otras instituciones de
suprimir los símbolos de la dictadura y la rebelión fascista
de la faz de España. La ley queda descafeinada y, además, el
PP no la va a aceptar de todos modos. El Gobierno, si es así,
debería volver al primitivo texto, pues además se está ganando
rechazos desde la izquierda por andarse con complacencias que
no sirven para nada. Una ley del Parlamento tendría que
obligar, no recomendar, a la retirada de absolutamente todos
los símbolos, estatuas, nombres de calles, etcétera, que
ensalcen la dictadura y a sus protagonistas. Y dejarnos ya de
estupideces.
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