Oviedo Militantes de izquierda abogan por
institucionalizar el acto en la fosa común
Apenas hubo políticos
acompañando a las familias de los represaliados en la guerra
Elena FERNÁNDEZ-PELLO
En la fosa común del cementerio de Oviedo el día de Todos los
Santos nunca faltan flores ni banderas con los colores de la
República. Los más veteranos, niños durante la guerra o hijos de
las víctimas de la contienda y de la posterior represión, se
encargan de que sea así y de organizar un sencillo acto en memoria
de los centenares de personas, más de un millar, enterradas allí.
Son pocos los jóvenes, muchas veces sus propios hijos, y cada vez
menos los políticos en activo que se desplazan hasta el cementerio
para acompañarles.
Ayer, al mediodía, junto a la fosa sólo se veían una pequeña
representación política. Estaban algunos miembros de la Agrupación
Municipal Socialista de Oviedo (AMSO), curiosamente tres de los
suspendidos cautelarmente por expresar públicamente sus críticas
al proceso de designación del la candidata a la Alcaldía:
Belarmina Fernández, Benigno Díaz y Avelino Alonso. Este último
insistió en que estaban allí para «rendir homenaje a los hombres y
mujeres que lucharon por la libertad». Al acto acudió también el
concejal socialista Carlos Fernández Llaneza y se lamentó mucho la
ausencia, a causa de su enfermedad, del ex alcalde Antonio Masip,
que raramente falta a esta convocatoria.
Desde hace un par de años, a su regreso a Asturias, tampoco falta
Macrino Suárez, el último ministro de la República en el exilio.
«Para mí es emocionante», reconocía ayer, lamentando que el acto
no fuera respaldado por el Ejecutivo regional: «Estas cosas las
tenía que hacer el Gobierno, se deberían institucionalizar», una
sugerencia que fue respaldada por los socialistas que lo rodeaban.
Las críticas a la recién aprobada ley de recuperación de la
memoria histórica fueron denominador común de la jornada. Faustino
Zapico, miembro de la Asociación de Amigos y Familiares de la Fosa
Común, leyó el primer discurso de la mañana, rechazando la nueva
legislación «por cobarde» y «por rozar la ilegalidad». «No hace
falta mucho esfuerzo para demostrar que en España hubo un
genocidio», declaró.
Tras él intervino José García, un histórico comunista, que recordó
los sucesos que siguieron al alzamiento militar de 1936 y recitó
unos versos propios, con un exaltado estribillo: «¡Viva la
República! ¡Salud camaradas!».
Al pie de la fosa casi todos tenían historias que recordar: la de
un padre desaparecido de Comisaría a la mañana de su detención, la
de una escapada a la fosa en busca de los cadáveres de un par de
amigos, la de la sangre inundando la carretera, la del pozo
Fortuna en Turón y muchas otras. Entre ellas las de los fusilados
ante el muro del cementerio. En el lugar donde, según cuentan, se
les daba muerte, la Asociación de Amigos y Familiares de la Fosa
Común ha colocado, sobre un atril, un cartel recordando que allí
fueron asesinadas 1.331 personas, que ayer aparecía cubierto de
flores y acordonado por la Policía Local, para protegerlo. De
momento, el proyecto de levantar un monolito en recuerdo de los
muertos ha quedado aparcado.
Prensa 2006
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