Carbayín, Maica MÉNDEZ
En una fosa común de Carbayín hay, desde 1934, 24 cadáveres. Todos, fusilados por su participación en los episodios revolucionarios de octubre. Desde ayer, 68 años después, ya tienen nombre. Una placa colocada por el alcalde de Siero, Juan José Corrales, recuerda los nombres y apellidos de los muertos, antes anónimos.
Junto con Corrales participaron en el acto Juan José Corriols y Arcadio Noval, secretarios generales de la agrupación de Siero y de Carbayín, respectivamente. También asistieron varios concejales del Ayuntamiento de Siero y familiares de las víctimas. Todos rindieron un sentido homenaje a los que perdieron la vida en la revuelta, con el descubrimiento de una plaza con el nombre de los 24 fusilados, entre ellos un menor de edad.
«Vosotros no estáis muertos, estáis dormidos y aunque sea vuestro sueño eterno no hay muerte si no hay olvido... Dormid, dormid compañeros», son los versos finales grabados en la lápida que contiene el nombre de los ejecutados.
El alcalde de Siero, encargado de descubrir la placa, destacó que «todas las víctimas tienen que recibir una digna sepultura porque, si no, no acabará la contienda civil», en alusión a la guerra civil española. A este respecto, Corrales afirmó que hay una «fuerte discriminación» entre los dos bandos: unos son «venerados con honores y otros reposan en fosas comunes olvidadas».
El dirigente de Siero también aseguró que la Revolución socialista del 34 «no triunfó porque no contó con el respaldo de los partidos nacionalistas». Corrales destacó que los episodios de octubre tuvieron una enorme transcendencia, con eco en todo el mundo occidental. Para algunos historiadores, la revolución del 34 fue una suerte de anticipo de los sucesos que desembocaron en la guerra civil (1936-1939).
La valoración de los sucesos revolucionarios ha sufrido muchos vaivenes en los últimos años. Cada vez son más abundantes las opiniones, dentro de la izquierda, que hacen una lectura crítica de aquellos hechos. Pero el recuerdo por los que fueron asesinados durante la represión de la Revolución de Octubre de 1934 permanece vivo en las organizaciones de izquierda, en los sindicatos, en el PSOE y en IU.
Chispazo en Llanera
En Asturias la sublevación comenzó en la madrugada del cinco de octubre con un tiroteo en Lugo de Llanera, entre una partida armada y las fuerzas de la Policía republicana. El proletariado asturiano hizo estallar uno de los acontecimientos más importante de la historia contemporánea española.
La sublevación se extendió rápidamente hacia las cuencas mineras e industriales de Mieres, Langreo y Gijón. Una de las luchas más sangrientas tuvo lugar en Sama. En el asalto al cuartel de la Guardia Civil hubo numerosas bajas por ambos bandos.
Concejos como el de Siero no fueron escenario de batallas sangrientas, pero sí padecieron los efectos de la revolución. Los fusilados en Carbayín eran langreanos que habían sido trasladados de noche a Siero para su ejecución.
El número de bajas en las fuerzas gubernamentales ascendió a 256 muertos y 739 heridos. Los muertos entre los revolucionarios y población civil fueron 1.196. Otros 2.078 resultaron heridos.